Alberto nació en Lauingen, junto al Danubio (diócesis de Augsburgo). Su padre lo envió a estudiar a la Universidad de Padua, donde conoció al beato Jordán de Sajonia. Ingresó en la Orden de Predicadores en 1223, realizando estudios eclesiásticos en Colonia y París.
Fray Alberto desarrolla durante toda su vida su vocación docente, comenzando en el convento de Colonia. Enseñó también en París, Hildesheim, Friburgo de Brisgovia, Ratisbona, Estrasburgo, y de nuevo en Colonia, donde hacia 1244 tiene como discípulo a santo Tomás de Aquino. Más tarde regresa a París, donde imparte exitosas lecciones de alcance europeo. Tras conseguir el título de maestro en teología (1246), continúa en París, en una de las cátedras dominicanas, y de nuevo en Colonia, donde regenta el nuevo Estudio General (facultad teológica privada).
San Alberto Magno es válido para todo tiempo y lugar. En él tenemos un modelo de científico creyente: no concebía conflicto alguno entre ciencia y religión. En general, todos los elementos de su vida nos muestran esta eterna novedad: aunaba en su persona al teólogo y al místico (teoría y experiencia de Dios), al obispo y al fraile (gobierno y vida comunitaria), al sabio y al santo (sabiduría y humildad). San Alberto, sin ninguna duda, aparece ante nosotros como una figura verdaderamente universal.
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